El corazón del conflicto

Brian Muldoon

Paidós Mediación 8, Ed. Paidós, Barcelona, 1998

Este libro de Brian Muldoon nos invita a comprender la paradoja del conflicto como un camino hacia la sabiduría, tal como lo postula el subtítulo.
El tono en el que está escrito recuerda aquellos primeros textos de las comunidades menonitas en las que se formaron las primeras camadas de mediadores.
En efecto, además del relato de casos concretos en los que el autor ha intervenido, permanentemente recurre a aquellos relatos míticos en los que a lo largo de los siglos los pueblos han plasmado las conductas paradigmáticas frente a distintas situaciones de conflicto, sean los personajes Caín y Abel o Prometeo y Pandora.
Parte de conceptos que sirven de contexto a los métodos participativos de resolución de conflictos como el de "panarquía", es decir el gobierno de todos y no de unos pocos o incluso de la mayoría, para el que es necesaria la capacidad de armonizar visiones diversas e incluso adversas, y de la convicción de que ya no tenemos ni el derecho ni los recursos suficientes para utilizar la fuerza en la resolución de conflictos.
La primera parte del libro aborda los orígenes del conflicto y cuatro metaestrategias: la contención, que nos ayuda a poner el conflicto bajo control; la confrontación, ya que entiende que muchos conflictos perduran porque nadie se atreve a enfrentarlos abiertamente; la compasión, manifestada particularmente en la escucha activa y la colaboración como la forma de trascender los conflictos en una relación creativa que permita un futuro más productivo.
Luego del desarrollo de estas metaestrategias utilizables en una negociación directa, el autor desarrolla los principios básicos de la mediación, como la introducción de una tercera fuerza con la capacidad propia de una persona externa para efectuar cambios en un sistema estático o caótico y cambiar el rumbo del conflicto. Puntualiza la posibilidad de desarrollar distintos estilos de mediación, aun utilizando las mismas herramientas y técnicas básicas, a las que llama mediación directiva y mediación no directiva, según que el mediador se proponga "convencer a las partes para que vean las cosas desde su punto de vista" o que "oriente el proceso de modo que las partes puedan definir su propias metas". El desarrollo del rol del mediador en este capítulo es de un nivel elemental. También plantea el tema de los límites en la resolución de conflictos cuando la forma de responder tiene más que ver con quiénes somos que con lo que hacemos.
El libro concluye con un franco tono de prédica en el que propone al conflicto como guía infalible de la vida y del alma en su búsqueda de sentido.
Refiere a la Rueda de la Medicina del pueblo navajo, que tiene su doble en el mandala oriental y en los círculos sagrados de todo el mundo, como símbolos de la eterna esperanza de que la humanidad aprenda por fin a vivir como un todo, para concluir con una cita del Eclesiastés y una invocación a la "necesidad de reconciliación, al milagro de la curación que nos permite perdonar y ser perdonados". El libro concluyo con el emotivo relato de la muerte del padre del autor.
El libro es ameno, de fácil lectura, sin pretensiones teóricas y útil para una primera aproximación a los temas básicos de la resolución de conflictos, pero no logra salir de una perspectiva pragmática, voluntarista y moralizadora.