Número 12 / Octubre 2004

Negociación

editorial

No podemos iniciar este editorial sin expresar la particular alegría con la que ofrecemos esta nueva presentación de la revista.
Deseamos festejar junto a Uds. los dos años de la trama anunciándoles que en el próximo mes de marzo podremos compartir el placer de hojear su primer versión en papel. La concreción de esta expectativa estará en las manos expertas de Editorial Galerna.
Tal como lo indica el título de este número, hemos decidido volver sobre la temática de la negociación. La variedad de trabajos que hoy sumamos conforma junto con el número 10, un conjunto significativo de textos alrededor del tema.
Los artículos que presentáramos entonces, subrayaban como punto de partida para la negociación el deber de buena fe, tanto en el ámbito de las negociaciones privadas como en las públicas y particularmente en las negociaciones internacionales. Reafirmamos en esa oportunidad nuestra convicción en los valores de los cuales los métodos RAD son portadores y particularmente en la buena fe negocial, como uno de ellos.
En este número se incorpora por primera vez, Julia Scandale para referirse justamente a los valores de la dimensión comunitaria: la forma democrática de gobierno y el respeto a los derechos humanos como valores políticos y condición para la pertenencia o ingreso al sistema.
Tal como ella lo expresa, el derecho de la integración menciona como valores propios conjuntamente con la libertad y la democracia, a la solidaridad, la progresividad, la reciprocidad, la igualdad y la transparencia; y postula la cohesión social, como la base de la democracia y la gobernabilidad, que requiere de dos ingredientes esenciales: la igualdad de oportunidades y la inclusión social.
Desde nuestro humilde lugar de editoras de esta revista, nos parece importante profesar nuestra fe en estos valores tan reiteradamente enunciados por los países centrales y tan poco promovidos por ellos mismos cuando implementan sus políticas en los países periféricos.
Quizás por eso, Miguel Cortés nos presenta algunas reflexiones acerca de los supuestos sobre los que se apoya la negociación colaborativa y abre un debate planteando posiciones críticas.
Como él lo afirma, existe una connotación valorativa positiva con relación a lo que se denomina colaboración en detrimento del modelo que se ve como menos evolucionado de la competición. Resulta paradójico que la propuesta del modelo de negociación colaborativa se haya difundido desde una de las usinas ideológicas y de difusión del pensamiento competitivo, por lo que no puede sino preguntarse y preguntarnos si acaso la teoría de los intereses no será funcional al pensamiento económico dominante.
Una atrayente disquisición sobre la competencia y la colaboración también es el eje del texto de Andrea Finkelstein, para cuyo desarrollo emplea un caso atractivamente narrado, como ella bien sabe hacer.
Finalmente, en torno a la misma problemática, Raúl Calvo Soler luego de un análisis de las características y supuestos de las negociaciones colaborativas y competitivas, postula que probablemente la negociación se encuentre a mitad de camino entre el cielo y el infierno, entre la condición altruista y la egoísta del ser humano y que cualquier modelo que niegue uno de estos dos aspectos le resta al proceso negocial una parte importante de su razón de ser.
Mauricio Alice aporta un nuevo trabajo sobre el impacto de las características culturales de los negociadores en los estilos con los que se desarrolla cada negociación, tema por demás importante, abordado por un experto en negociaciones internacionales. Los rasgos culturales y las idiosincrasias de los distintos países hacen a la negociación misma.
Una experiencia de negociación colectiva, en la que el Estado fue el principal operador y una situación por demás crítica: una huelga de hambre de internos en una unidad carcelaria es el relato de S. Abrevaya, A. Lareo y O. Rodríguez Robledo, quienes ya han colaborado en esta revista en oportunidades anteriores.

Quisiéramos cerrar nuestra presentación de este número de la revista señalando una vez más que los métodos RAD, su difusión y su práctica deben inscribirse en un sistema de valores que, lejos de un supuesto pragmatismo, ratifiquen la importancia de la libertad, la solidaridad, la reciprocidad, la igualdad de oportunidades y la inclusión social. Éste es el sentido de la mediación escolar, que fuera objeto del número anterior, y que, como programa de prevención de la violencia en las escuelas, supone una formación temprana en esos valores. No es un tema menor la ratificación de esta postura, luego de los hechos que nos conmovieran desde Carmen de Patagones.