número 75 / noviembre 2022

Los hijos en el proceso de mediación

Un león atrapado

Luján Vernieri

Biodata

Luján Vernieri
Licenciada en Psicología y Profesora en Psicología, por Universidad Nacional de La Plata. Mediadora, por el Centro de Mediación y Capacitación Redes Alternativas. Diplomada en Extensión en Educación Sexual Integral por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Coordinadora de Parentalidad por la Escuela Internacional de Mediación. Cursos y Talleres, entre otros, en Negociación, Herramientas de Mediación, Mediación Familiar, Género y Violencia, Mediación Comunitaria, Mediación Educativa y Diálogo Intercultural.

Resumen

Este caso fue escrito luego de participar de un taller sobre niños en mediación y pudo ser reconstruido gracias a contar con abundante material registrado. Los encuentros transcurrieron a finales de 2021, y tuvieron como hecho inesperado la presencia de un adolescente con patrocinio propio y deseoso de participar de la construcción de un nuevo esquema de comunicación con su mamá. Si bien el adolescente fue escuchado, la disputa real entre los progenitores discurría por intereses ajenos a él. Y eso fue definitorio para el cierre del proceso. En el trabajo de la escritura del caso, pude enriquecer las reflexiones que habíamos hecho con mi co-mediadora, y más aún, hacer surgir nuevas, trabajadas con humildad y autocrítica.

Texto

Un león atrapado

Luján Vernieri

 

Contexto institucional

La mediación se realizó en un servicio público y gratuito perteneciente al sistema judicial de una provincia patagónica. Transcurrió en diciembre de 2021, bajo la modalidad virtual, en co-mediación multidisciplinaria. La legislación provincial no prevé la obligatoriedad de la mediación prejudicial; sin embargo, las partes aceptaron acudir a partir de la derivación de un juzgado de familia.

El relato que a continuación sigue ha sido realizado en forma personal pero no exento del apoyo y la colaboración de mi co-mediadora, Ana Calvelo, con quien me siento agradecida. Contiene algunas de las reflexiones intercambiadas en el momento inmediato posterior a finalizar el caso, y como parte del ejercicio de revisar la práctica que hacemos cada vez. El caso fue compartido en una capacitación sobre el tema de los niños en la mediación[i]  y allí hubo otra vuelta de tuerca en el ejercicio de pensar nuestras intervenciones, las realizadas y, aun, las que hubieran sido posibles.

 

Presentación

Las partes eran tres y todas venían con abogado: se trataba de una pareja divorciada hace varios años, Omar y Estela (ambos rondaban los cincuenta y tantos años), y su hijo Martín, de 13 años. El adolescente se presentó con Abogada del Niño provista por el Servicio de Protección de Derechos de la localidad. Esta presencia no la habíamos anticipado, nos estábamos poniendo al tanto de la presentación del niño y su abogada durante el propio inicio del proceso (tal vez sea necesario aclarar que los/las mediadores del sistema judicial provincial somos ajenos a este y que, si bien nuestra participación es convocada con la antelación suficiente, los detalles del caso no nos son brindados hasta momentos previos a encontrarnos con los/las participantes).

La pareja parental tenía otros hijos, todos mayores de edad. En la historia de esta familia se habían producido denuncias por hechos de violencia y prohibición de acercamiento entre los progenitores. Estela más tarde se había trasladado a Buenos Aires con Martín, pero luego de unos meses el adolescente había regresado a vivir con Omar y uno de sus hermanos en la casa familiar. Al tiempo regresó Estela, se instaló en una vivienda alquilada y ya hacía 8 meses que estaba en la ciudad.

 

Desarrollo de la mediación

Primera reunión

Como anticipo del contexto en que se desarrolló la mediación, es necesario aclarar que el inicio se vio demorado por dificultades en la conectividad. Omar estaba en una localidad muy alejada y con severas dificultades para ingresar y permanecer en la plataforma. Mientras tanto, el resto de los participantes y sus abogadas, la propia abogada de Omar, las mediadoras y la coordinadora del Servicio aguardábamos en pantalla, intentando hacer llevadera la incomodidad de la espera. Tampoco podíamos dar curso a reuniones privadas, para aprovechar el tiempo y, sobre todo, respetar el de los presentes: en forma intermitente se producía el ingreso de Omar, quien contaba con el link de acceso y estaba intentando unirse.

 Transcurridos más de 30 minutos en esa situación, se logró estabilidad y, finalmente, se dio inicio. Una vez hecha la presentación y realizado el encuadre, se invitó a Omar a tomar la palabra. Lo hizo a través de su abogada: solicitó que el adolescente se expresara con relación al pedido de Estela de modificar el régimen de comunicación vigente. Simple y concreto, Omar no quiso explayarse más.

Para conocer acerca de la pretensión de Estela se le dio la palabra y ella dijo: “Quiero lo mejor para mi hijo. Regresé de Buenos Aires para estar más cerca de él. No entiendo por qué estando los papás vivos tienen que haber otros adultos que se encarguen de Martín”. Contó que Omar era camionero, que solía ausentarse por varios días y que, en esas ocasiones, Nina quedaba a cargo de los cuidados del adolescente. Nina era la señora encargada de la limpieza y de las cosas de la casa. “Que estemos uno de los dos”, expresaba insistentemente Estela.

Respecto del vínculo conyugal, Estela dijo que al separarse la pareja ella le dejó la vivienda a Omar, que hay cosas que él no cumplió. “En este momento estamos incluyendo a Martín por cosas adultos”, consideró. También informó que tenía deudas y que le costaba mucho estar acá. “La casa es nuestra. La dejé porque quería mi paz emocional”, explicó.

Por último, Martín fue convocado en compañía de su abogada, aunque estaban en espacios físicos diferentes. El adolescente en el propio, bien ubicado en el centro de la pantalla y cómodamente instalado en un sillón, mostraba en lenguaje analógico tranquilidad y confianza en sí mismo. Y así se expresó: “Lo que tengo en mente es: si tengo un día ganas de estar con mi papá o con mi mamá…”. Sin completar la frase, pareció cambiar de dirección y con poca convicción continuó: “Por ejemplo, una semana y una semana…. Una semana en cada casa”. Para él, dijo, ante la ausencia del padre era suficiente con la presencia de su hermano Alejandro –de 20 años–; o de Nina, ante la ausencia de ambos. En cuanto a la actividad escolar, Martín concurría al turno tarde y había concluido el año con bastante éxito.  Escuchado el adolescente, Omar habló por segunda vez. Con pocas palabras confirmó que estaba de acuerdo con “lo que dice Martín”. “Yo hago lo que vos quieras... Nina es un apoyo para él”, dijo.

Estela, a su vez, insistía en pedir que, en ausencia de Omar, Martín se trasladara a su casa. No obteniendo ningún tipo de eco en su hijo, propuso a cambio trasladarse ella. Pero Martín tampoco aprobaba esta idea, y volvía a su planteo original, recibiendo otra vez la oposición materna. La reunión se extendía, se empastaba, no íbamos a ningún lado. Mientras, y a través del lenguaje corporal y gestual, Martín comenzaba a expresar impaciencia: “No estamos llegando a un punto claro, esto se está dilatando mucho”.  Su abogada, finalmente, peticionó que los progenitores hicieran un planteo más claro como condición para seguir adelante.  

Al terminar la reunión las mediadoras decidimos comenzar la siguiente explorando el pedido de Martín.

 

Segunda reunión

Iniciamos, como ya lo habíamos establecido, con esta reunión privada con Martín y su abogada. Ella volvió a mencionar el malestar e incomodidad del adolescente ante el “dilatar de su madre”.  Reinstalado un clima que facilitara la conversación fuimos explorando las motivaciones del joven.  En resumidas cuentas, Martín, con relación a la casa que habitaba con su padre y hermano, dijo: “Es el lugar en el que me gustaría y quiero vivir. Porque acá es donde siento que más me desarrollé, más viví, estoy cómodo, me gusta el lugar, los vecinos”. Luego agregó: “Supuestamente ella se sacrificó por esta casa, como si hubiera puesto más esfuerzo por la casa y en realidad fueron los dos. Si nos ponemos a pensar no creo que cualquier persona deje a su familia por trabajar de una punta del país a la otra (sic)”. Esto último aludía al trabajo del papá en su condición de camionero. También expresó que creía que su mamá tenía miedo de ser reemplazada por Nina. “Pero mi mamá va a ser siempre mi mamá”, manifestó. Hizo también referencia a un vínculo materno-filial complejo, no exento de tensiones, problemas y desbordes emocionales. La abogada, por su parte, agregó que había que confiar en Martín y en su espacio terapéutico porque allí estaba haciéndose de herramientas para afrontar la situación. En definitiva, nos autorizaban a trasladar a ambos progenitores que Martín deseaba vivir en casa del padre y tener la libertad de ir a la casa de la madre cuando lo deseara, avisándole previamente: es decir, un régimen de comunicación amplio. Que la mamá se quedara tranquila porque no había reemplazo de su figura. Y que, en caso eventual de ausencia de personas adultas, recurriría a ella.

Luego, durante la reunión conjunta entre progenitores, Omar siguió insistiendo, muy posicionado, que se respetara el deseo de Martín. Siempre con el mismo estilo, pocas palabras, precisas.

Estela reafirmó que no estaba de acuerdo, diciendo que habían pasado muchas cosas, que la postura paterna no era seria y que “si su madre está viva, su padre está vivo, entonces que decida la Justicia”

En ese punto se decidió trabajar en reuniones privadas, con el objeto de intentar alguna modificación en lo posicional de los planteos de ambos progenitores. Para ello se dispuso una nueva fecha con horarios diferentes para cada parte.

 

Tercera reunión

Comenzamos con Estela. Dijo que el adolescente estaba siendo manipulado por el padre, ya que estaba la casa de por medio; que hacía 12 años que estaba el tema de atribución de hogar en cuestión; que su hijo estaba entre la espada y la pared: “Es rehén dentro de esa casa, un león atrapado”. Dijo también que dos de los hijos de la pareja estaban con problemas de drogas y que temía por Martín. Pidió que resuelva “el Juez” o una propuesta que ayudara a llegar a un acuerdo: “Poder acercarme a la casa cuando el padre está de viaje. Aún es propiedad de ambos. Poder ir yo cuando se dan sus desbordes emocionales. No ir a vivir, no acercarme cuando esté Omar. Poder ver cómo está Martín, cocinar, ocuparme de su ropa… una presencia de cuidado, de acompañamiento. Siempre previa comunicación telefónica. No darle la responsabilidad de la crianza al hermano”.

Ante el traslado de lo dicho por Estela la primera respuesta de Martín fue: “Podría ser. Pero tendría delimitaciones: por ejemplo, no subir a la planta alta”, ya que él no habitaba esa parte. Martín aceptaba la eventual circulación de Estela por el espacio social de la casa, y a la vez solicitaba que avisara antes de ir para acordar entre ambos.

La abogada de Omar -él no se presentó porque estaba viajando- manifestó que antes de decidir respecto de esta última propuesta era necesario conversar con su cliente y su hijo Alejandro. Además, expresó que lo referente a la propiedad de la casa era un tema aparte, y que no podía ser abordado en el marco del cuidado personal y atribución del hogar conyugal.

Así finalizó el tercer encuentro. Estábamos siempre en el mismo lugar, no podíamos avanzar.

 

 

Cuarta reunión

Esta última reunión la iniciaron Estela y su abogada planteando que desestimaban el tema de atribución de hogar, que Estela deseaba “reproyectarse” con su hijo, vender la casa, resolver el tema del divorcio y dar curso a la liquidación de la sociedad conyugal, destacando además la desigualdad económica entre ambas partes.

Omar no aceptó la propuesta de venta de la vivienda, hasta tanto cumpliera Martín la mayoría de edad. Tampoco estuvo acuerdo con la pretensión de Estela de concurrir a la casa. Finalizó diciendo: “Yo estoy de acuerdo con lo que decida Martín. Lo que dijo el nene al principio. Toda su libertad, siempre, siempre lo que quiera él”. Su abogada configuró sus dichos en la siguiente propuesta: cuidado personal compartido, indistinto, con residencia principal en el domicilio paterno; régimen de comunicación amplio, con base en la voluntad de Martín, y a coordinar entre madre e hijo; el contacto de Martín con su mamá, en el domicilio de ella. La atribución del hogar conyugal a favor de Omar.

Estela aceptaba el régimen de comunicación propuesto. No obstante, rechazaba la propuesta de atribución del hogar conyugal. Su abogada proponía cuidado personal alternado considerando las ausencias paternas, sin aceptación de la otra parte. En síntesis, se cerró la mediación por decisión de las mediadoras y sin acuerdo en ninguno de los temas de la agenda.

 

Conclusiones

A la hora de poner el caso por escrito, el proceso reflexivo ya iniciado tuvo otra oportunidad. Surgieron nuevas ideas y cuestionamientos. También consideraciones acerca de las particularidades de la mediación online. No es este el lugar para desarrollar en profundidad las virtudes que la tecnología nos ofrece, solo recordar que fue la única posibilidad de acceso al procedimiento de mediación cuando la crisis del Covid-19 nos mantenía en aislamiento. La medición a distancia quedó instalada como dispositivo válido y se continúa utilizando.

En cuanto al caso que nos ocupa, el espacio virtual estaba legitimado y las mediadoras, confiadas en su rol de conductoras del proceso. Contábamos con el apoyo y la asistencia técnica a distancia de la coordinadora del servicio. Todo ello garantizaba la reproducción de la sala de mediación en la virtualidad “concebida (…) no como un no lugar, sino como ese lugar preparado, cuidado y presentado en la pantalla para que las partes puedan sentir y experimentar el encuentro que propone la mediación[ii]" .

Sin embargo, en cuanto a las limitaciones que presenta la mediación a distancia sí vamos a detenernos brevemente, porque en este caso ellas fueron un elemento condicionante. La conectividad, como ya lo anuncié, nunca jugó a favor de esta mediación e impactó particularmente en la creación de lo que hace a la esencia del proceso, es decir, el clima de trabajo colaborativo: el fluir de las conversaciones no siempre se lograba, la parquedad que Omar se resistía a abandonar, su ausencia a una de las reuniones, el fastidio del adolescente, la inestabilidad del funcionamiento de las cámaras de video. Todo aportaba desazón al encuentro.

Otro aspecto condicionante fue, como ya se mencionó, que las mediadoras conocimos el dato de la presencia del adolescente con su propio patrocinio escasos minutos antes de dar inicio al proceso. La sorpresa por la presencia inesperada del hijo de la pareja contrastó luego con lo extendido de la espera que el adolescente debió afrontar[iii]: para las mediadoras hubo que adaptarse rápidamente al imprevisto, barajar y dar de nuevo nuestros supuestos básicos  -siguiendo a Carolina Gianella, en este caso serían los de nuestra experiencia habitual: encontrarnos solo con personas adultas-; para el adolescente, los tiempos se fueron haciendo tediosos y eso repercutió, como se dijo más arriba, no solo en el clima general del proceso, sino en su ánimo y disponibilidad.

Sin delegar responsabilidad en otros, sino más bien repensando nuestro rol y las intervenciones bajo las que se lo legitima, es de mencionar que si bien el espacio generaba confianza, no facilitaba en este caso la “conexión personal”: éramos ocho personas en pantalla, en un clima desgastado ya al inicio y con participantes que se mostraban muy posicionados. Si el contexto hubiera sido más propicio, la exploración inicial podría haberse profundizado al comienzo, y así nos hubiéramos ahorrado que se develara tardíamente que la casa era la cuestión en disputa para los progenitores. Despejada con antelación esta cuestión, se podrían haber legitimado los intereses, deseos y motivaciones que Martín expresaba con claridad, para trabajar luego con Estela y Omar su consideración y la escucha, desde un enfoque centrado en el hijo.

Por otra parte, si bien el adolescente mostraba con claridad tener un juicio propio y ser genuino en su interés, nos preguntábamos: ¿era libre del todo? Hubo una frase, recogida en su literalidad, que sonaba artificiosa: “Supuestamente ella se sacrificó por esta casa, como si hubiera puesto más esfuerzo por la casa y en realidad fueron los dos. Si nos ponemos a pensar no creo que cualquier persona deje a su familia por trabajar de una punta del país a la otra”.  Fue enunciada por el adolescente, pero sonaba como dicha por otro. Incluso en su construcción hay un sinsentido que se aclara si se intenta reconstruir la frase, desde el sentido común. No lo vamos a hacer aquí, para no dar por certera una hipótesis que no se puso a prueba.. Pero nos quedamos pensando, sin por ello invalidar los deseos y necesidades del adolescente.  También se recogieron frases de Omar, como “lo que diga Martín… Toda su libertad, siempre, siempre lo que quiera él”, que podrían haber sido utilizadas para configurar intervenciones al servicio de trabajar nuestras hipótesis y despejar así su interés de los claramente expresados por su hijo.

Además de las ya señaladas, hubo otras omisiones: por ejemplo, ausencia de preguntas aclaratorias ante lo que Marinés Suares llama “semáforos”: “cosas de adultos”, “paz emocional”. Tampoco se aprovechó la oportunidad para realizar una intervención de tipo reflexiva con Estela en torno a modos de ejercer los cuidados maternos que exceptúen el cocinar y lavar ropa del adolescente.

Otra reflexión merece el pensar cómo hubiera sido posible desarticular la invocación que hacía Omar del deseo del hijo al servicio de no develar su propio interés: el de conservar la casa. ¿Qué intervenciones hubieran sido posibles? La parquedad de Omar era funcional al retaceo de información, insumo indispensable para alimentar nuestras premisas y construir hipótesis. Lo que se desplegaba en la “mesa” resultaba insuficiente para desarrollar intervenciones. Además, sin las retroacciones a nuestras acciones (la intervención que hubiéramos diseñado) sería pura especulación aventurarlas, no tendríamos cómo saber acerca de su acierto.  En definitiva, en un clima menos antagónico y más favorable al diálogo se podría haber contado con más material, creado más oportunidades de intercambios entre participantes, y avanzado en construir nuevas hipótesis que guiaran nuevas intervenciones.

Para concluir, resulta útil tomar las palabras de Daniel Bustelo para pensar que cuando el padre delega la decisión en Martín hace “traspaso de responsabilidades”: “Cualquier participación del niño referente a lo que quiere o deja de querer tiene en este caso el alto riesgo de ser un traspaso de responsabilidades. Cualquier acto de elección que haga el niño al respecto estará influenciado por situaciones circunstanciales y quedará inscrito como un acto de poder que no es el que le corresponde por su ubicación y edad dentro del grupo, con las graves consecuencias psíquicas correspondientes”[iv].

Fue la toma de conciencia de este escenario dominado por una lógica posicional sobre un tema ajeno al hijo lo que hizo que, como conductoras del proceso, decidiéramos dar por finalizada la mediación. Advertíamos que el interés de la pareja parental mantenía al adolescente atrapado en la disputa, puesto que la atribución de hogar era el interés excluyente. El interés de Martín no pudo ser tenido en cuenta. Un león atrapado en la pelea parental.

 

BIBLIOGRAFÍA

 

  • Aréchaga P. y Finkelstein A. Negociar derribando obstáculos. La Trama, Buenos Aires, 2020.
  • Diez, F. y Tapia G. Herramientas para trabajar en Mediación. Buenos Aires, Paidós 2006.
  • Caram M.E., Eilbaum D., Risolía M., Mediación. Diseño de una práctica. Colección Visi
  • Gianella C. Técnica de la neutralidad, o qué hacer con uno mismo. En Brandoni F. (comp.) Hacia una Mediación de Calidad. Buenos Aires, Paidós 2011
  • Suares, M. Mediando en Sistemas Familiares. Buenos Aires, Paidós 2005.

 

 

 

 



[i] Curso MEDIACIÓN FAMILIAR. REVISANDO CASOS E INTERENCIONES. “LA PRESENCIA DE LOS HIJOS EN MEDIACIÓN”, HOMOLOGADO POR Di-2021-42 APN DNMUMPRC –MJ – 10 hs. continuas de mediación, organizado por la Asociación de Mediadores de la Provincia del Chubut, y con la participación de Florencia Brandoni – Consensos / Entidad Formadora en Mediación, agosto 2022.

[ii] Veracierto P.: Los procesos de encuentro ante la distancia y el Aislamiento Social Obligatorio - La Trama N° 70

[iii] Lo inesperado tiene sus dificultades, pero la espera también tiene lo suyo: la tensión por lo que se espera, cierto sometimiento a lo que creemos que el otro/otra pueden hacer para aliviar la espera, y el ejercicio de poder que significa “hacer esperar”.  La fuerza de lo inesperado - Taller de capacitación continua. Patricia Aréchaga, Marily Caram, Diana Eilbaum, Juan M. Luce.  Octubre 2021.

[iv] Bustelo D. (1993) La mediación familiar interdisciplinaria - AIEFF MADRID 1993. Citado por Brandoni F. Aréchaga P. en La presencia de los hijos en mediación – Revista La TRAMA N° 28, diciembre 2010.

 

 

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