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número 80 / noviembre 2024
La potencia del diálogo
Claves para la prevenir y gestionar inteligentemente los conflictos
Rubén Mendoza
Biodata
Rubén Mendoza Aiza
Facilitador experto en procesos de paz y gestión de conflictos, con 20 años de experiencia en prevención, resolución y transformación colaborativa de conflictos comunitarios, organizacionales y ambientales. Formó parte del equipo que implementó la conciliación en sede judicial y extrajudicial en Bolivia. Actualmente, es coordinador general de Amediar Bolivia, promoviendo el diálogo. Ha contribuido en diversas publicaciones y participado en congresos internacionales, destacándose como mediador y docente en universidades y Escuela de Jueces del Estado.
Resumen
El articulo desarrolla ocho claves para prevenir y gestionar conflictos, destacando la comunicación, empatía y confianza, la inclusión y diversidad, la consciencia del poder, el autocuidado, la colaboración y la democracia profunda como pilares para construir relaciones saludables y entornos equitativos. Además, aboga por transformar los conflictos en oportunidades de cambio positivo, utilizando un liderazgo transformador que fomente la paz duradera y soluciones sostenibles.
Texto
1. Comunicación y retroalimentación efectiva: escuchar con atención y hablar con claridad
La comunicación clara, respetuosa y empática es esencial para abordar los conflictos de manera constructiva. Esto implica escuchar activamente, expresar claramente nuestras propias necesidades y puntos de vista, y buscar un entendimiento mutuo. En este contexto, la retroalimentación se convierte en una herramienta invaluable para fortalecer las relaciones y resolver diferencias de manera colaborativa. A continuación, señalamos algunos puntos de relevada importancia para cuidar de ello:
- Escucha activa: En lugar de simplemente esperar nuestro turno para hablar, practicar la escucha activa implica prestar atención genuina a lo que la otra persona está diciendo, cómo lo está diciendo, su tono, inflexiones, expresiones faciales y corporales. También implica escuchar cómo nos comunicamos.
- Expresión clara y directa: Comunicar nuestras necesidades, sentimientos y pensamientos de manera clara y directa ayuda a evitar malentendidos y confusiones que pueden dar lugar a conflictos. Ser honesto pero respetuoso al expresar nuestros puntos de vista es fundamental.
- Retroalimentación constructiva: Proporcionar retroalimentación de manera constructiva y respetuosa puede ayudar a mejorar la comunicación y fortalecer las relaciones. En lugar de criticar o culpar, puede ser más efectivo centrarse en comportamientos específicos y sugerir soluciones o mejoras concretas.
- Empatía activa: Tratar de comprender la perspectiva y las emociones de los demás nos ayuda a establecer conexiones más sólidas y a resolver diferencias de manera más efectiva. Reconocer y validar los sentimientos y necesidades de los demás, demostrando que realmente nos importan, puede ayudar a reducir la probabilidad de conflictos.
- Hablar de lo difícil: No tenemos costumbre de hablar de aquello que nos molesta, lastima, incomoda o preocupa, por miedo a lastimar, a que se molesten, a incomodar. Es un error: callar sólo es leña seca para la relación, para el estado emocional. Tenemos que decir aquello que no nos hace bien, sin acusar, sin reclamar; decirlo expresando cómo nos afecta aquella situación, hecho o comprensión de lo ocurrido.
- Crear un ambiente de confianza: Cabe resaltar la importancia de crear un ambiente en el que las personas se sientan seguras y respetadas para expresar sus opiniones y preocupaciones sin temor a ser juzgadas o criticadas. Cada uno de nosotros es merecedor de expresar lo que piensa, siente, quiere. Uno también requiere sentirse en confianza.
- Promover la autoconciencia corporal y emocional: Implica reconocer cómo nuestras propias emociones influyen en nuestra manera de pensar y actuar y, por lo tanto, cómo pueden influir en la comunicación y los conflictos. Esto implica ser conscientes de nuestras propias reacciones emocionales y aprender a gestionarlas de manera constructiva. Desarrollar la conciencia corporal y emocional permite identificar cómo los conflictos afectan emocionalmente a las personas. Así, facilita una gestión efectiva de las respuestas emocionales y previene escaladas de conflictos.
2. Aceptación e inclusión de la diversidad: respetar las diferencias y valorar las opiniones
La aceptación e inclusión de la diversidad es fundamental para crear entornos donde todas las personas se sientan valoradas, respetadas y comprendidas. Es una decisión consciente y es mucho más que simplemente tolerar las diferencias: se trata de reconocer la riqueza que aporta la diversidad en todas sus formas, ya sea cultural, étnica, racial, de género, de orientación sexual, de habilidades, de pensamiento o de cualquier otra índole. Podemos lograrlo mediante:
- Mirar al otro como mi par: Considerar, ver a todas las personas como iguales, independientemente de sus diferencias. Al reconocer que todos compartimos la humanidad básica, podemos cultivar una actitud de empatía hacia los demás, incluso con aquellos que son diferentes a nosotros en apariencia, creencias o experiencias.
- Practicar la igualdad de trato: Tratar y relacionarme con todas las personas con respeto y dignidad -sin importar su origen étnico, cultural, religioso, sexual, etcétera- es fundamental para promover la igualdad y la inclusión.
- La mirada apreciativa: Adoptar una actitud de aprecio y valoración hacia las diferencias, en lugar de percibirlas como algo negativo. Concentrarnos en lo positivo de la persona, en sus cualidades, habilidades o talento antes que en sus defectos. En lugar de ver las diferencias como obstáculos o barreras, aprender a valorarlas como fuentes de enriquecimiento y aprendizaje mutuo.
3. Conciencia del ejercicio del rango y poder: Justicia con equidad y respeto
El poder se entiende no solo como una cuestión de dominio o control, sino como una fuerza multidimensional que impregna todas las interacciones sociales y personales. La posición -puesto, rol, cargo, privilegios- relativa de una persona en un sistema o estructura social puede alimentar la unión, el trabajo en equipo, la solidaridad, y también el resentimiento, la envidia, el rencor, etcétera. El poder, la posición o el rol tienen injerencia en la capacidad propia para influir en los eventos y en la manera en que es percibida por otros.
El poder y el rango pueden manifestarse de diversas formas en los conflictos. Por ejemplo, una parte puede sentirse subyugada o marginada debido a una percepción de falta de poder relativo, mientras que otra parte puede recurrir al abuso de su posición de autoridad para imponer su voluntad sobre los demás. Si no se abordan adecuadamente, estas dinámicas pueden dar lugar a resentimientos, desconfianza y escaladas de conflicto.
La exploración consciente de estas dinámicas de poder y rango son parte importante para prevenir y gestionar constructivamente los conflictos. Esto implica no solo reconocer las desigualdades de poder existentes, sino también buscar formas creativas y colaborativas de redistribuir, gestionar el poder y promover una mayor equidad en las relaciones interpersonales y sociales, generando una cultura de respeto mutuo, inclusión y justicia social.
4. El autocuidado: El cuidado de uno mismo y del otro es la base para las relaciones saludables
Es muy importante cuidar de uno mismo para poder relacionarse de manera saludable con los demás, incluso aquellos que son muy diferentes a nosotros. Podemos hacerlo a través de:
- La práctica de la autoconciencia y el bienestar emocional. La meditación, el ejercicio físico, el tiempo de descanso y la expresión creativa ayudan a mantener un equilibrio emocional y una salud mental óptimos.
- Cultivar la resiliencia para manejar el estrés, la ansiedad y la adversidad de manera constructiva. Esto permitirá relacionarnos de manera más efectiva y compasiva con los demás, incluso en situaciones conflictivas o desafiantes.
5. Cultura de la colaboración: trabajar juntos para resolver problemas y evitar tensiones
Fomentar una cultura Familiar, Organizacional o Comunitaria sobre la base de la colaboración y el respeto mutuo crea un entorno propicio para la resolución constructiva de conflictos a largo plazo, previniendo tensiones y enfrentamientos.
6. Democracia profunda: todos contamos
Democracia profunda implica crear condiciones que fomenten la participación activa y equitativa de todas las partes involucradas en la toma de decisiones y la resolución de problemas. Al reconocer la importancia de trabajar con la totalidad del ser humano, incluyendo aspectos físicos, emocionales, mentales y espirituales, este enfoque promueve la inclusión, la transparencia y la legitimidad en el proceso de toma de decisiones. Valorar y dar espacio a las diferentes perspectivas y voces previene tensiones y conflictos, asegurando que todas las partes se sientan representadas y escuchadas, lo que conduce a soluciones más equitativas y duraderas.
7. Crear opciones de ganancia mutua: buscar soluciones que beneficien a todos y construir confianza
Buscar soluciones que creen valor para ambas partes, que satisfagan sus necesidades, intereses y promuevan una comunicación efectiva y la construcción de confianza ayuda a alcanzar acuerdos justos y sostenibles, evitando la polarización y los enfrentamientos.
8. Transformación de conflictos: Liderazgo Transformador y Promoción de la Paz
La transformación de conflictos implica más que simplemente resolver disputas: conlleva cambiar la naturaleza misma de los enfrentamientos para convertirlos en oportunidades de crecimiento y desarrollo. Este enfoque busca comprometerse con cambios en la cultura organizacional, en las normativas y prácticas culturales, en las estructuras mentales y administrativas, en los roles y funciones, por lo que requiere un liderazgo transformador que inspire colaboración y empoderamiento en todas las partes involucradas. Al adoptar este enfoque, se pueden lograr resultados positivos y duraderos en las relaciones, la gestión de conflictos y la comunidad al interior de las organizaciones o entidades.
En este contexto, abordar la violencia estructural y promover una paz verdadera y duradera se vuelve crucial. La violencia estructural, en forma de desigualdades sociales, políticas y económicas, perpetúa la injusticia y alimenta los conflictos.
Al aplicar el enfoque de transformación, se establecen bases sólidas para una convivencia pacífica, una prosperidad y un bienestar compartido entre todas las personas y comunidades.
BIBLIOGRAFÍA
- Galtung, J. (2000). La Transformación de los Conflictos: Una Visión Conceptual y Metodológica. Fondo de Cultura Económica.
- Mindell, A. (1995). El Poder y el Rango. Paidós.
- Lederach, J. P. (2003). El pequeño libro de transformación de conflictos. Good Books.
- Fisher, R., Ury, W., & Patton, B. (2011). Sí, de Acuerdo: Cómo Negociar sin Ceder.
- Rosenberg, M. B. (2006). La Comunicación No Violenta: Un Lenguaje de Vida. Gaia Ediciones.
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