número 71 / noviembre 2021

Mediación y pandemia en contextos de Latinoamérica

La sala de mediación y la covid-19

Fernando de la Vega

Resumen

El presente artículo pretende dar a conocer la experiencia de un mediador/conciliador del Centro Estatal de Justicia Alternativa del Poder Judicial del Estado de Guanajuato (México) durante la pandemia por COVID-19, desde su  inicio y el encierro que supuso, pasando por el regreso paulatino y escalonado al trabajo hasta lo que vivimos en estos días. De antemano, agradezco la lectura de este texto, ojalá lo disfrutes tanto como yo disfruté escribiéndolo.


 

Texto

“Un ser humano es parte del todo que llamamos universo, una parte limitada en el tiempo y en el espacio. Está convencido de que él mismo, sus pensamientos y sus sentimientos, son algo independiente de los demás, una especie de ilusión óptica de su conciencia. Esa ilusión es una cárcel para nosotros, nos limita a nuestros deseos personales y a sentir afecto por los pocos que tenemos más cerca. Nuestra tarea tiene que ser liberarnos de esa cárcel, ampliando nuestro círculo de compasión, para abarcar a todos los seres vivos y a toda la naturaleza.” Albert Einstein

 

 

Un poco de contexto

El Poder Judicial del Estado de Guanajuato, desde noviembre de 2003, cuenta con un Centro Estatal de Justicia Alternativa, órgano responsable de brindar a la población la mediación y la conciliación como medios alternativos de solución de controversias.

A la fecha, para su funcionamiento, este Centro Estatal de Justicia Alternativa cuenta con nueve Sedes Regionales, una Sede Especializada en Materia Penal y una Sede Itinerante. Cada una de estas once oficinas de Justicia Alternativa está integrada por un Subdirector o Subdirectora, Mediadores y Mediadoras, así como por Oficiales Judiciales y, en su caso, invitadores.

Quien escribe estas líneas tiene a su cargo la Subdirección de la Sede Itinerante del Centro Estatal de Justicia Alternativa, que da servicio de manera permanente a cinco municipios del Estado de Guanajuato (Cortázar, Romita, San Luis de la Paz, San Diego de la Unión y San Felipe) que, aunque son considerados pequeños en cuanto a su densidad poblacional y actividad económica, son de distintas regiones de la Entidad. En otras palabras, el contexto de cada uno de estos lugares es único y completamente distinto a los demás, lo que, de entrada, representa un reto para quienes integramos la Sede Itinerante del Centro Estatal de Justicia Alternativa.

El inicio de la pandemia y el encierro…

El lunes 16 de marzo del año 2020, por medio de un comunicado dirigido a las y los Servidores Públicos del Poder Judicial, Justiciables, Abogados Litigantes; el Consejo del Poder Judicial del Estado de Guanajuato informó sobre la implementación de un Protocolo Preventivo en materia de salud por virtud del cual, las personas mayores de sesenta años y mujeres embarazadas, si así lo consideraban, podían realizar sus actividades desde casa; se suspendían hasta nuevo aviso los eventos masivos institucionales y se ordenaba la instalación de Módulos Sanitizantes en los accesos de los inmuebles del Poder Judicial.

Apenas tres días después de la publicación de tal comunicado, el día jueves 19 de marzo del mismo año, el Consejo del Poder Judicial del Estado de Guanajuato emitió un Acuerdo General, en el que se determinó la suspensión de labores en los órganos jurisdiccionales del Poder Judicial del Estado de Guanajuato desde el 21 de marzo y hasta el 19 de abril del 2020, salvo la atención de casos urgentes. El plazo de la suspensión de actividades fue ampliándose hasta el día 08 de junio de ese año.

Ello, supuso un parón de actividades casi total en el sistema de administración de justicia en el Estado. Para el caso del Centro Estatal de Justicia Alternativa, se determinó que los casos urgentes serían aquellos conflictos en los que estuvieran en controversia derechos que involucraran a niños, niñas y adolescentes, es decir, conflictos relativos a guarda y custodia, pensiones alimenticias y regímenes de visitas y de convivencias.

A efecto de atender estos asuntos urgentes, se desplegó una campaña de difusión por distintos medios para dar a conocer a la población de nuestro estado que, en principio, el servicio se brindaría ya fuera en línea o vía telefónica. Sin embargo, no solo fue el Centro Estatal de Justicia Alternativa del Poder Judicial quien paró actividades: el vivir en el encierro fue algo que llegó de golpe y que en gran medida nos tomó desprevenidos.

El desabastecimiento de artículos de primera necesidad, las fuertes restricciones de movilidad, el bombardeo de “fake news” acerca de la pandemia, de la enfermedad y sus consecuencias fueron un caldo de cultivo perfecto para que las salas de mediación de la Sede Itinerante permanecieran cerradas durante al menos un mes y medio. Esto no quiere decir de ninguna manera que durante esos cuarenta y cinco días no haya existido, en los cinco municipios donde acude la Sede Itinerante, ni un solo caso urgente que atender; indudablemente, tampoco significa que el conflicto también decidió vivir su propio encierro y no brotar en las relaciones interpersonales de las que todos somos parte. Por el contrario, el conflicto aprovechó el encierro, la falta de actividad comercial, la enfermedad y la muerte para hacer de las suyas, para bien y para mal.

 

De vuelta a la Sala de Mediación

Se dice que nada es para siempre y, por ello, tarde o temprano la Sede Itinerante del Centro Estatal de Justicia Alternativa volvería a tener actividad. El regreso fue de a poco, muy de a poco, para ser honesto. En el mes de mayo de 2020, se atendieron apenas tres solicitudes de mediación, cuando en el mismo periodo del año 2019 se habían atendido 55 solicitudes de mediación.

Se ha repetido mucho, hasta hacerlo parte de nuestro vocabulario del día a día, el concepto de la nueva normalidad o la nueva realidad. La Sala de Mediación no fue la excepción y las y los mediadores nos vimos envueltos en la nueva normalidad de la Sala de Mediación. La “vieja normalidad” nos tenía acostumbrados a la comunicación cercana y sin obstáculos; incluso acostumbrados al contacto físico con nuestros mediables. La nueva normalidad nos obligaba a dialogar con el cubrebocas puesto, a no poder saludarnos con la mano, a no poder permanecer mucho tiempo en la Sala de Mediación y tener que decretar recesos y pausas para lograr una mejor ventilación de nuestro espacio.

El transcurrir del tiempo, la baja significativa en el número de contagios y la imperiosa necesidad de recuperar la actividad económica trajeron como consecuencia que el número de solicitudes de mediación se incrementara; no podría yo decir que al mismo nivel pre pandemia, pero la Sala de Mediación iba recuperando su ritmo de trabajo. Por ejemplo, durante el mes de octubre del año 2020, la Sede Itinerante del Centro Estatal de Justicia Alternativa reportó 58 solicitudes de mediación, de la cuales, 33 derivaron en un convenio que puso fin a la controversia o conflicto puesto en nuestro conocimiento.

Para llegar al momento de estar con los mediables en la sala de mediación, hay que atravesar por un procedimiento previo, que inicia con la presentación de la solicitud en la que el mediador o la mediadora se informa sobre el conflicto que plantea el solicitante, y a su vez, el mediador o mediadora le informa a este sobre los principios y alcances que tiene el procedimiento de mediación, le hace saber las etapas de las que consta y durante la pandemia, además, se le informa sobre las medidas sanitarias que habrán de seguirse para poder llevar a cabo el procedimiento.

Lo siguiente es acudir al domicilio de la persona invitada con la finalidad de informarle sobre la existencia del procedimiento de mediación y hacerle la invitación correspondiente a una Audiencia Inicial, en la que habrá de detallarse el motivo de la solicitud, se le explicará el procedimiento y se recogerá la voluntad o no de participar dentro de la mediación. Aquí también se hace especial énfasis en las medidas de higiene y sanidad que habrán de tomarse para poder llevar a cabo la audiencia.

Pensemos que todo ha salido bien y que por fin, después de haber recibido la solicitud, haber practicado la invitación y haber desahogado la Audiencia Inicial con el invitado, ha aceptado ser parte del procedimiento de mediación y ya estamos mediador, solicitante e invitado en la Sala de Mediación. Ahora, el mediador ha tenido que incorporar a su discurso de apertura no solo las reglas de conducta y comportamiento de parte de los mediables, sino también reglas respecto del correcto uso del cubrebocas, hacer preguntas sobre si hay presencia de algún síntoma de enfermedad respiratoria, antecedente de COVID-19, etcétera.

Ello en sí mismo no representa un obstáculo o problema para el mediador, ya que incluso puede fungir como un pretexto adecuado para romper el hielo y bajar la tensión entre las partes, nos ayuda a entender que todos estamos inmersos en este contexto de enfermedad e incertidumbre y sirve como un buen vehículo para la generación de empatía.

Ya dentro de la mediación propiamente dicha, quien escribe se ha dado cuenta de que todo el asunto de la COVID-19 y la pandemia es usado por los mediados como una moneda. Como una moneda con dos caras, claro está. De acuerdo a la experiencia particular de cada parte, de cómo se afrontó la pandemia en el contexto personal, familiar y laboral de cada uno es como se reacciona y se actúa en la sala de mediación. La pandemia por COVID-19 y sus consecuencias ha significado en ocasiones que los mediados lleguen a la sala de mediación con ánimo de “fumar la pipa de la paz”; el hecho de que hayan perdido a algún ser querido o que ellos mismos se hayan encontrado enfermos de gravedad les da una perspectiva distinta del conflicto. Podría decirse que la pandemia y sus efectos les llevó a romper el esquema tradicional con el que venían afrontando el conflicto y entran en un estado colaborativo que facilita la labor mediadora.

Pero no todo es miel sobre hojuelas en la Sala de Mediación: en otras ocasiones, la pandemia ha dejado secuelas económicas importantes en las personas que esperan encontrar en nosotros un vehículo adecuado para la solución de su conflicto. Ello dificulta nuestra tarea, sobre todo en la generación de alternativas de solución, ya que nos topamos de frente con escenarios donde lo que falta no es el querer, sino el poder. Ante situaciones así, la Sala de Mediación ha de servir a los mediables como el espacio en el que pueden reconocerse a partir de los esfuerzos y estrategias que cada uno utilizó para superar los momentos más álgidos y difíciles de la pandemia. Cuando el mediador logra que ambos se sientan reconocidos y empoderados respecto de ello, la creatividad suele fluir de mejor manera y los acuerdos se logran.

En otras ocasiones, tristemente, la pandemia por COVID-19 ha resultado ser el argumento ideal para la intransigencia, donde no es posible encontrar acuerdo alguno a “causa del coronavirus”. En estos casos, el mediador habrá de llamar a la reflexión a los conflictuados, hacerles saber la posibilidad de que el conflicto en cuestión sea resuelto por los mecanismos de justicia tradicionales e invitarlos a que vean en el propio contexto de la pandemia una oportunidad de actuar de manera distinta, de romper con el paradigma de que el conflicto necesariamente habrá de resolverse imponiendo nuestras necesidades a las de los demás.

 

En conclusión

Se sigue haciendo énfasis, en los medios de comunicación de Guanajuato y de nuestro país (México), en que la pandemia por coronavirus no ha terminado, que debemos continuar alertas y pendientes de seguir con las medidas de protección como el adecuado uso del cubrebocas y el distanciamiento social. Sin embargo, ya con gran parte de la población vacunada, con las actividades económicas y recreativas retomadas casi al 100 cien por ciento, parece que este episodio está por cerrarse.

En la Sala de Mediación ocurre algo parecido: si bien, continuamos con la observancia de protocolos y cuidados sanitarios, ya no representan una novedad ni para mediadores ni mediados, los hemos adoptado como parte de nuestra cotidianeidad. Hemos aprendido, pues, a mediar en esta nueva realidad; y es que me parece que, si algo he aprendido en la Sala de Mediación, es que la clave del éxito en las mediaciones y en la vida es la posibilidad de saber adaptarse a las nuevas realidades, y es que quizás, solo quizás, cada vez que se resuelve un conflicto, cada vez que se entra y se sale de la Sala de Mediación, nos enfrentamos, mediadores y mediados, a una nueva realidad. O, como comúnmente se dice ahora, a una nueva normalidad.

Biodata

Fernando de la Vega Vargas
Licenciado en Derecho por la Universidad de Guanajuato, con especialidad en Mecanismos Alternos de Solución de Controversias por la Escuela de Estudios e Investigación Judicial del Poder Judicial del Estado de Guanajuato. En junio del 2015, ingresó al Centro Estatal de Justicia Alternativa como mediador y conciliador, estando desde mayo de 2018 a cargo de la Subdirección de la Sede Itinerante del Centro Estatal de Justicia Alternativa del Poder Judicial del Estado de Guanajuato.

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